Herejías


I

Me dijeron que, originariamente, el martillo fue un instrumento de tortura. Después, el hombre inventó el clavo. Claro está que no todos entendemos de la misma forma. Por ejemplo: escucharla a Rocío es una tortura. Su madre afirma a los cuatro vientos que ella es una delicia, una princesa hecha y derecha. Una princesa que habla desbordadamente, casi con crueldad sostenida. Aunque no lo digo a nadie, ya sé muy bien lo que voy a hacer con su lengua. La sellaré con tres clavos.

II

No recuerdo en qué época se me ocurrió averiguar cuántas vísceras tenían los canarios en sus pancitas. Les apretaba fuerte el cuello para ver qué salía. Pero siempre ocurría lo mismo: me quedaba con el pajarito inerte en las manos. Hoy he dejado inerte a María Paula, por comprobar si realmente, realmente, tiene corazón.

III

El Para Elisa cubrió más de una década de su vida. Tardes infinitas, infinitas tardes de blancas y negras en el desgramar de su piano. Un día, tomó un serrucho y el mueble se fragmentó sin sentido. A la profesora, le dijo que se mudaba de barrio.

IV

Acaba de morir el abuelo. Lo enterrarán bajo el naranjo y nada se dirá de él en el barrio. En el barrio cuchichean que la familia mató a don Juan, que molestaba. Molestaba el hombre de tal forma, que una noche le cruzaron la almohada sobre la boca. La boca de don Juan no deja de musitar ellos. Ellos lloran sin consuelo cuando el naranjo se seca.

V

Hereje como Alberto Domínguez no conozco otro. Ha mandado al otro mundo a quienes más necesitaban de su consejo. Ha ensuciado los frentes de las iglesias. Ha culpado a inocentes por sus propias apostasías. Ha huido ante los reclamos de auxilio de los desvalidos. Sin embargo, Alberto Domínguez es el más saludador del barrio. Y jamás dejó, cortés, de sacarse el sombrero ante damas y vecinos.

VI

Es un hereje, porque en vez de creer en Dios busca reencarnarse –metempsicosis de por medio- en una golondrina. O intenta transmigrar su alma e incorporarse al cuerpo de un mendigo. Es un hereje, porque ha renunciado hace años a su daimon, el demonio natural que todos llevamos dentro, para no compartir maleficios. Es un hereje, porque hoy en un acto de inconciencia, cortó todas las azucenas del jardín del vecino, y se las obsequió a su abuela.

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Biobibliografía

Poeta, ensayista, crítico de arte, Jorge M. Taverna Irigoyen nació en Santa Fe. Ha publicado una decena de libros de poesía, crítica e historia del arte, mereciendo numerosos premios por su labor. Publicó sus narraciones breves bajo el título Historias verosímiles en la revista Letras de Buenos Aires y en el suplemento cultural de El Litoral de Santa Fe. Fue Director Provincial de Cultura, director y fundador del Centro Trandisciplinario de Investigaciones de Estética de Santa Fe y presidente de la Asociación Santafesina de Escritores. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte y Presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes.

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